Tejido fascial

Tejido fascial

Masaje de la fascia

Este artículo no cita ninguna fuente. Por favor, ayude a mejorar este artículo añadiendo citas de fuentes fiables. El material sin fuente puede ser cuestionado y eliminado.Buscar fuentes:  “Fascial compartment” – news – newspapers – books – scholar – JSTOR (June 2021) (Learn how and when to remove this template message)
Compartimento fascialSección transversal a través de la mitad de la pierna izquierda. (Compartimento anterior en la parte superior izquierda; lateral en el centro izquierdo; posterior profundo en el centro; posterior superficial en la parte inferior derecha.)DetallesIdentificadoresLatincompartmentumTA98A04.7.01.001TA22020FMA322216Terminología anatómica[editar en Wikidata] Un compartimento fascial es una sección dentro del cuerpo que contiene músculos y nervios y está rodeada de fascia. En el cuerpo humano, cada una de las extremidades puede dividirse en dos segmentos: la extremidad superior puede dividirse en el brazo y el antebrazo y los compartimentos seccionales de ambos: los compartimentos fasciales del brazo y los compartimentos fasciales del antebrazo contienen un compartimento anterior y otro posterior. Del mismo modo, los miembros inferiores pueden dividirse en dos segmentos -la pierna y el muslo- y éstos contienen los compartimentos fasciales de la pierna y los compartimentos fasciales del muslo.

Fascia en el cuerpo

La sobreproducción de citoquinas también mantiene la sensibilización de los aferentes nociceptivos, un cambio que aumentaría la producción y liberación de la sustancia P (un conocido neuropéptido nociceptor). Estudios recientes demuestran que la sustancia P puede estimular la producción de TGFβ-1 por parte de los fibroblastos del tendón, y que tanto la sustancia P como el TGFβ-1 pueden inducir procesos fibrogénicos de forma independiente.56
En conjunto, estos hallazgos sugieren que tanto los procesos neurogénicos (los nervios son la principal fuente de sustancia P) como los procesos de carga/reparación (el TGFβ-1 es producido por los fibroblastos en respuesta a la carga mecánica y durante la reparación) pueden contribuir al aumento del colágeno en los tejidos de la fascia. La fibrosis (por ejemplo, la deposición de colágeno) alrededor de los tejidos tendinosos, nerviosos y miofasciales influye en las propiedades biomecánicas dinámicas secundarias a la adherencia de los tejidos y puede atar las estructuras entre sí o inducir una compresión crónica.57 El aumento de los tejidos colágenos que rodean los nervios puede atar los nervios y también potenciar los comportamientos de dolor.58 Además, las citocinas inflamatorias pueden “desbordarse” hacia el torrente sanguíneo, lo que conduce a un daño tisular secundario generalizado y a la activación de los nociceptores centrales.53 59 El TNF circulante es elevado en el dolor lumbar crónico,60 y datos recientes destacan una relación entre el TNF elevado y un mayor riesgo de progresión hacia el dolor crónico en algunos individuos61 y en modelos animales de uso excesivo.59

Miofascial

Los estudios experimentales indican un efecto negativo del envejecimiento también en la plasticidad del músculo esquelético, que es el potencial de este tejido para modificar sus características estructurales y funcionales en respuesta a los cambios ambientales (Verdijk et al., 2007; Jee y Kim, 2017; Suetta, 2017). La respuesta de recreación a la atrofia inducida por la inactividad física también se ve obstaculizada en los músculos envejecidos (Pisot et al., 2016).
Los estudios realizados en seres humanos y en modelos animales demostraron que, con el avance de la edad, la lámina basal se vuelve más gruesa y desestructurada, y el contenido de colágeno tipo IV, laminina y la citoquina antimiogénica, osteopontina, aumenta en el músculo esquelético, lo que dificulta su potencial regenerativo (Kovanen et al., 1988; Grzelkowska-Kowalczyk, 2016). Además, también se ha notificado una disminución del número de fibroblastos y células madre en el tendón durante el envejecimiento en humanos y modelos animales (Squier y Magnes, 1983; Nakagawa et al., 1994; Zhou et al., 2010; Ruzzini et al., 2013).
A pesar de las modificaciones del tejido conectivo relacionadas con la edad, el efecto de estos cambios en las propiedades mecánicas de los tendones, como la resistencia, la rigidez y la elasticidad, sigue siendo objeto de debate, debido a los informes contradictorios (Svensson et al., 2015). Curiosamente, un estudio piloto reciente demostró que el ejercicio de resistencia agudo afectaba de forma diferencial a los adultos jóvenes y a los mayores en el contexto de la expresión génica de las metaloproteinasas (Wessner et al., 2019). Estos resultados apoyan la evidencia de la remodelación de la MEC dependiente del estímulo en los ancianos.

Fascia crujiente

El objetivo de este artículo es aclarar cómo se considera la fascia en su contexto embriológico. La embriología nos permite destacar el origen de los tejidos y comprender no sólo las funciones de los mismos, sino también el comportamiento de las células individuales.1,2
Aunque muchos enfoques quirúrgicos o clínicos describen con precisión una amplia variedad de técnicas de tratamiento en las que interviene el tejido fascial, sigue habiendo una serie de imprecisiones. Por ejemplo, en un artículo reciente sobre la evaluación de los nervios de la rodilla mediante ecografía, se afirmaba que la fascia deriva del tejido mesenquimal indiferenciado que se desarrolla entre las semanas 22 y 35 de la gestación.3 Desde un punto de vista embriológico, la fascia tiene un doble origen y deriva tanto de los folletos mesodérmicos como de los ectodérmicos. De hecho, estos folletos son evidentes en las primeras semanas de desarrollo.4
Creemos que se necesita una nomenclatura anatómica basada tanto en la fisiología como en la embriología para clasificar con precisión la fascia. Sin embargo, no basta con alterar la nomenclatura; también es necesario comprender las verdaderas funciones anatómicas y los límites de la fascia. Los orígenes embriológicos deben tenerse en cuenta para la clasificación de los diferentes tejidos, y se necesitan más estudios que permitan una clasificación de la fascia basada en la evidencia.